En tu rostro, mortalmente pálido, puedo apreciar el reflejo de ese incesante ser dispuesto a arrebatarte la luz de tus ojos.
- ¿En verdad el amor está más allá de la muerte?... ¿o solo es una idea fantasiosa?- me inclino para poder sentir aquel latido que, alguna vez, parecía escucharse hasta el último rincón de la habitación. Mis piernas comienzan a temblar, pero, aun así, trato de mantener aquella sonrisa que solía sacar de tus labios una carcajada minúscula.
Tus manos comienzan a enfriarse sobre las mías, se me dificulta mantenerlas tibias. Ahora puedo comprender que la muerte no conoce el calor humano, no sabe querer ni perdonar…
- ¡Maldito egoísta! Eres vanidoso y despreciable ante mis ojos esta noche- de pronto, siento como mi aliento se desvanece por el llanto que deja escapar lágrimas de mis parpados ya cansados de tanto apreciar tu figura, divinamente radiante, antes del eterno abandono.
Poco apoco, podemos sentir como la habitación empieza a transformarse en la última escena. En este instante mi cabeza no deja de dar vueltas y hacer muchas preguntas como frenesí que, tal vez, la mayoría no tengan respuestas, pero tu mirada envuelta en melancolía y tristeza me invade los pensamientos como a un libro abierto.
Veo a través de esa ventana, y el primer destello de luz anuncia que el amanecer ha llegado al fin con la decisión de alumbrar este sombrío sitio rodeado por la oscuridad en la que se oculta aquél ángel, pacientemente impaciente, aguardando el momento de partida.
Mira los colores danzando por nuestros cuerpos sumisos, desvanecidos por el agotamiento de la larga noche de sufrimiento, como se sitúan en cada detalle visible al alcance de su resplandor. Un rayo de luz encandece mis ojos, un corazón desolado deja de latir y su sonido, ya casi extinto, desconoce su proveniencia para sepultarse en el silencio. A llegado la hora de decirnos: ¡Adiós!
Un grito desgarrador supo llamar mi atención aunque sin ninguna respuesta emocional me atreví a espiar el motivo de aquel espantoso llamado acompañado de lágrimas desbordadas. Sin más, caigo al vacío pues quién desfallece en ese lugar de descanso es mi cuerpo sin ningún color… y mi alma siente como es exiliada de mi cuerpo para transitar aquel sendero de espinas en el crepúsculo de mi vida.
En fiel amiga te has convertido, querida y amarga soledad, dispuesta a acompañarme por siempre. Supiste como desgarrar cada sentimiento de mi ser, pero no podrás borrar aquellos recuerdos y momentos que he pasado, pues es lo único que evidencia que alguna vez viví…
Con resignación me entrego a la muerte teniendo en cuenta que esperaba ver a ese espectro despreciable, arrogante y codicioso por naturaleza, el cual se atrevería a robarme lo que nunca fue suyo. Pero no sabiendo que, al final, sería parte de él.
Mein-Dämon-liebe
